jueves, 9 de agosto de 2007

Maracanazo


Río de Janeiro.— Hoy es 16 de julio del 2007 y esta ciudad amanece con el sello de los XV Juegos Panamericanos. Abundan la alegría y el ajetreo desmedido para disfrutar de las justas. Sin embargo, este día tiene un significado: hace 57 años lloró todo el Brasil, ocurrió el Maracanazo y nació la epopeya emblemática de la historia del fútbol.
Imposible hablar de ello aquí. La herida es profunda y no sana aún, quizás jamás sane. Bien dicen los dolientes que en 1950 todo estaba listo: era el año, el día, la hora, el estadio, la afición y el equipo que necesitaban para ser dobles campeones del mundo.
El viernes último, en el Maracaná, reparé en sus muros, sus columnas, el techo, el túnel de puntal alto. Son las mismas estructuras que sostuvieron la debacle y fueron salpicadas con lágrimas incontenibles tras el pitazo final de aquel inolvidable 2-1 a favor del campeón Uruguay.
Alcides Ghiggia, el goleador que sentenció el pleito y convirtió al coloso en un cementerio, sostuvo décadas después una idea memorable: “Sólo tres personas han hecho callar a Maracaná con un sólo gesto: Frank Sinatra, Juan Pablo II y yo”. Deberían quizás tallarla en su piedra hasta tanto lo consiga otro humano.
Y es que el templo de los dioses del fútbol brasileño nunca más ha sufrido tanto, y suele estar inflamado y bullicioso, con estampidas rugientes que asemejan un volcán en erupción. Así lo constaté en la reciente fiesta inaugural, cuajada de felicidad y orgullo.
El Maracanazo entró a la historia como un suceso trágico. De veras fue una hecatombe. Sin embargo, su legado está latente de un modo hasta a veces imperceptible. Aquel día su gente supo aplaudir al monarca y Brasil creció como nación y comenzó a convertirse en lo que es hoy: pentacampeona.
Otro tanto regaló aquella selección uruguaya, capaz de probar la fuerza de las ideas e inspirar la proeza con la consigna: “Los de afuera son de palo, cumplidos sólo si ganamos”. Aquella tarde David derribó de un piedrazo a Goliath.
Y esa es probablemente la gran trascendencia del Maracanazo. La prueba de que los pobres y los “débiles” pueden conquistar toda la gloria. Cuba es ejemplo de ello y los Juegos Panamericanos han sido asiento de míticos triunfos. ¿Si no qué fue La Habana 1991?
El Maracanazo es presente, jamás pasado. No fue un partido de fútbol, sino una lección imperecedera. Por ello, concuerdo con el cronista que enfáticamente dijo: “En estos tiempos, si no hubiera un recuerdo llamado así, habría que inventarlo”

La convicción que nos acerca


Río de Janeiro.- Hay ciertos aspectos en los que cubanos y brasileños se asemejan mucho, ciertamente parecen copia al calco. Por ejemplo, en la pasión por el deporte. Sólo visitar este país en tiempo de justas, competencias, en momentos de torcida verdeamarella, permite descubrir qué significan para este pueblo la victoria y la derrota deportivas.
Desde que llegamos acá hemos podido constatar una y otra sensación. Primero el jolgorio inmenso por batir a la Argentina en la Copa América de Fútbol y por conquistar la séptima Liga Mundial de Voleibol; ahora la tristeza desmedida después de que Cuba apagó millones de voces y aspiraciones en la final del voleibol (f) de estos XV Juegos Deportivos Panamericanos, en un Maracanazinho que pasó de la alegría al dolor en apenas segundos.
Es difícil elegir qué impresiona más, si la fiesta o el dolor, porque en cualquier caso las reacciones son desmedidas, como suelen ser los sentimientos espontáneos y sinceros.
Cuentan los presentes que este jueves en el gimnasio de marras la gente lloraba sin consuelo y profería ideas sentidas o se sumergía en un silencio trágico que le sacará por un momento de aquel lugar, convertido de templo sagrado de éxitos en cementerio turbulento.
Quizás ellos hayan podido experimentar algo cercano a lo que fue hace 57 años el Maracanazo, aunque acá nada logra emular con el fútbol, ese vicio desmedido que cura y enferma.
Bien entrada la noche vimos a varios cariocas empeñados en comprender qué había pasado, cómo era posible haber tenido siete chances para marcar el tanto final y que este no hubiese caído ni por suerte.
En la mañana los diarios se desataron y la imagen de sus jugadoras conmovió a no pocos. Los titulares no fueron dolorosos pero la “transcripción” de lo sucedido se antojaba indeseable y demasiado fuerte para bebérselo de un golpe. Vi a no pocos comprar los diarios y saltar la página. A esa hora era mejor rendirle honores a Thiago Pereira, el tritón que regaló las mayores sonrisas en el trágico día.
El Diario O Globo tituló Llanto del voleibol, sonrisa de Thiago, mientras en otro se leía a tamaño exagerado: Derrota del voli deja llanto e irritación. El espacio deportivo del Jornal de Brasil fue más parco al decir solamente: “Plata amarilla”.
Con los voluntarios descubrimos mucho más, algunos en son de bonche nos decían: “Hoy no quiero hablar con los cubanos”, antes de comentarnos la decepción sufrida, felicitarnos algo resignados pero con sinceridad, y lanzarnos un duro desafío.
Ahí entendimos la grandeza de esta gente, pues la derrota sólo los convenció de que hay otras oportunidades y de que la revancha existe, y van por ella: “Se la vamos a devolver en el balonmano, el polo, el baloncesto y, por supuesto, en el voli masculino, decían”. Y esa convicción, esa valentía, me recordó a nuestra Isla caribeña, a los cubanos, a esa gente humilde y sencilla que sabe ganar, caerse, pero sobre todo levantarse y construir. Creo, sinceramente, que en eso se parecen mucho cubanos y brasileños.

Sambear

Río de Janeiro es por naturaleza una ciudad musical. Antojada entre cúspides abruptas y a manera de siluetas tan verdes como indescriptibles, parece danzar entre el batir del viento, el vaivén de las aguas que la bañan y el ajetreo de su gente.
Dinámica y bravía, pero siempre acompasada y melódica, esta bellísima urbe sudamericana jamás luce desadornada ni quieta, si acaso algo adormecida cuando pasaron algunas horas y faltó su ritmo inherente: el retumbar del tambor, el estruendo de la samba.
Cuentan que proviene de África y que floreció acá, inspirada en el entorno de La Ciudad Maravillosa, un sitio donde bailar samba, Bossa Nova, Pagode, o cualquier otro estilo es tan tentador y atractivo como manejar un balón de fútbol.
Sin embargo, ambas cosas son igual de difíciles y aprenderlas requiere arte, magia y dones… que sólo aquí crecen silvestres. Quizás por eso los brasileños aseguran ya que lo uno y lo otro se entremezclan lo mismo ante una batería que en una cancha. Incluso dicen que todo su deporte lleva ese ritmo en la sangre como toque de virtuosismo y espectacularidad.
Lo indudable, al fin, es que tales acordes y pasillos son un patrimonio exclusivo que los distingue mientras más lo alimentan y regalan al admirador y al visitante.
Los XV Juegos Panamericanos, entrados ya en su segmento final, van teniendo una musicalidad particular, que servirá siempre para evocarlos y como símbolo de triunfos, celebraciones, medallas, amigos, retos. Y es que no ha habido un instante sin que los tambores te recuerden que estás en Brasil, la cuna de la samba.
Los cubanos, por fiesteros y empeñados, intentan más conquistar el baile que el fútbol, y a veces hasta lo han “conseguido” fusionando de todo un poco: salsa, samba, rock, merengue y hasta cha cha chá.
Cualquiera diría que tenemos la gracia para interpretarla pero nos falta práctica y tiempo, ese que expirará cuando la llama panamericana sea apagada. De tal manera, sambear, lo que se dice sambear, sigue siendo un privilegio de los anfitriones.

Río-2007: Juegos de Invierno

Río de Janeiro.- El resfriado llegó lógico y severo, casi como un regaño de la naturaleza. Ingenuamente desabrigados emprendíamos el “descubrimiento” de Río sin percatarnos de que era julio caluroso y sofocante en Cuba pero frío y de ventisca en esta ciudad, adornada con atuendos invernales y resignada desde el principio a que el astro rey no le daría a los XV Juegos Panamericanos el calor requerido.
Enseguida las chaquetas se hicieron imprescindibles para enfrentar la fina, moderada y hasta intensa lluvia carioca de estos días, acompañada frecuentemente de fuertes vientos, neblina y temperaturas que en las noches rozaron los diez grados celsius.
Los cubanos celebramos un poco refrescar el intenso calor del verano caribeño pero, por deshabituados, sufrimos también los mayores “congelamientos” y catarros, solo aliviados con el exquisito café brasileño, bien caliente.
Los escenarios competitivos parecieron antárticos en ocasiones, teñidos de un gris intenso y de centenares de aficionados bien tapados y dispuestos a calentar con su energía y alegrías cada una de las justas. Ciertamente creo que lo lograron.
Los amantes de records y comparaciones señalaron una curiosidad: Río-2007 quedará en las memorias como los Juegos más fríos de la historia, pues sus posibles émulos de Buenos Aires´51, Mar del Plata´95, Sao Paulo´63 y Winnipeg 67 y 99, ocurrieron en período veraniego.
Y aunque los organizadores no previeron este detalle, pues tradicionalmente el clima es más benévolo en esta etapa del año, la “adversidad” dejará esta cuota de distinción a una versión exitosa y digna de aplausos.
Como evocación y despedida, a propósito del frío y los abrigos, repasamos este domingo una página poco conocida del movimiento deportivo continental: los primeros y únicos Juegos Panamericanos de Invierno, acontecidos en Las Leñas, Argentina, en 1990.
Sus anfitriones habían sido los más fervientes impulsores de la idea que acabó complaciendo a la ODEPA y el COI tras los XV Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary, Canadá, en 1988. Inicialmente se previó el estreno de la lid para el año siguiente pero la escasez de nieve obligó postergarla para 1990, fecha en la cual casi cien atletas de ocho países tomaron parte y se repartieron las medallas en descenso, slalom, súper G y slalom gigante.
Santiago de Chile debió acoger la segunda versión en 1994 pero problemas administrativos y la negativa de Estados Unidos a participar si no se convocaban el conjunto completo de deports invernales canceló para siempre la competición.¿Ya ven? Quizás Río sirva también para recordar esa experiencia e intentar retomarla

miércoles, 8 de agosto de 2007

Río anuncia otra era

Río de Janeiro.- El último grupo de la delegación cubana a los XV Juegos Deportivos Panamericanos partió en la noche de este domingo hacia La Habana, justo cuando en el Maracaná se apagaban las últimas luces de la fiesta atlética y un presagio se enseñoreaba en las mentes de muchos: Río anuncia una nueva era para el deporte continental.
Reñida, plena de rivalidad y competitividad, emocionante de principio a fin transcurrió este certamen cuatrienal que evidenció con mayor nitidez el crecimiento deportivo de América, y donde la disputa de los títulos va dejando de ser paulatinamente un asunto privativo de cubanos y norteños.
Ciertamente, los estadounidenses volvieron a lidiar sin principales figuras en varias disciplinas -una actitud asumida también por otras naciones- pero de todas maneras fue palpable la mayor oposición brindada por atletas de Brasil, Colombia, México y Venezuela, cuyos niveles técnicos y competitivos se afinan cada día más.
Baste un dato para ilustrarlo: las tres potencias históricas -EUA, Cuba y Canadá- conquistaron menos medallas de oro que en la versión precedente y ante un calendario bastante similar. Los primeros, incluso, quedaron por debajo de los cien pergaminos dorados, lo cual no sucedía desde México 1955.
Cuba, por su parte, registró una actuación destacable. Trajo su principal arsenal, ratificó el segundo lugar histórico más cerca del trono (-38), arrancó admiración, aplausos y ganó casi sesenta títulos, una cosecha que muchos consideramos adecuada a nuestras potencialidades actuales.
Nuevamente atletas, luchadores, judocas, boxeadores, remeros y pesistas (41 títulos) tiraron fuerte de nuestra distinguida expedición, aunque los dos primeros merecen los mayores elogios por ese sprint final que acabó la recia porfía ante Brasil.
Lógicamente, algunos propósitos competitivos no se cumplieron y ello es inherente al deporte, máxime en lides de esta envergadura. Ahora sobrevendrán análisis, valoraciones y ojalá, más que todo, surjan estrategias para elevar el estado actual de varias disciplinas no medallistas esta vez (12), entre las cuales vale señalar a la gimnasia artística y la natación, por su alta incidencia en la tabla final de posiciones. Imagínense que juntas ofrecieron 49 juegos de medallas, unas 147 preseas de las cuales no se obtuvo ninguna.
En el acápite de los deportes colectivos se observó algún crecimiento. Hace cuatro años ganamos una terna de 2-2-1 y esta vez llegamos hasta 2-1-4 gracias sobre todo a las actuaciones del béisbol, el voli (f) y el balonmano, sin demeritar los bronces alcanzados por el baloncesto y el polo (f). El hockey, sóftbol, fútbol y básquet (m) -los dos últimos ni siquiera participaron- tienen ante sí el reto inmenso de crecer hasta los planos estelares.
Sin duda alguna puede asegurarse que el deporte cubano probó en tierra carioca la vitalidad y fuerza de su reserva, al conseguir altos propósitos con una delegación renovada en un setenta por ciento con respecto a la de Santo Domingo 2003.
A partir de hoy se abren cuatro años de brega para encarar la próxima versión, presumiblemente tan o más compleja que la recién concluida. Más entrenamiento, estudio, esfuerzo, valentía, disciplina, atención y confrontación requerirán nuestros atletas para seguir reinando en un contexto deportivo en el que crecen cada día más la rivalidad, la calidad del contrario y los fenómenos de la mercantilización y el robo de cerebros.
Río merece elogios
Río de Janeiro organizó unos buenos juegos, distinguidos desde el principio por la calidad de sus instalaciones, el soporte técnico instalado, un amplio cúmulo de recursos y el denodado interés de sus organizadores.
Las justas devinieron, con justeza, en grata recompensa: cascadas de records en varios deportes, amplia y entusiasta afición en las instalaciones y el destacado desempeño de su comitiva, dueña de la mayor cosecha medallística de su historia y de un tercer lugar general que no disfrutaban desde Winnipeg 1967.
La cita transcurrió en un ambiente festivo, solidario y de hermandad aunque quizás la hinchada local debió controlar un poco su desmedido fanatismo, que negó aplausos merecidos a oponentes victoriosos en buena lid.
Como hecho memorable e inédito cabe señalar que esta XV versión arribó a la clausura sin la detección de un caso positivo de doping, lo cual justifica con creces su nominación como los juegos más limpios de cuantos han tenido lugar.
Río cumplió el compromiso asumido ante América y probó tener potencialidades para empeños mayores. No obstante, el éxito debe convencerlos de que falta mucho por hacer en el camino de ganar una sede olímpica o de la Copa del Mundo de fútbol.
De cualquier forma, la primera pulseada fue ganada y los sueños de centenares de brasileños bien alimentados.