Un acercamiento a realidades y retos y del expectáculo deportivo cubano en la actualidad. Valoraciones, interrogantes, testimonios sobre un fenómeno de notable impacto social
Los días de la Copa Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010 evidenciaron otra vez, quizás con la mayor elocuencia de los últimos años, el fervor e ingenio de los aficionados al deporte en Cuba. Cines repletos en varias urbes de la Isla, banderas por doquier, atuendos conocidos y exóticos, maquillaje y fanfarria adornaron fechas increíbles, en las que primaron la pasión y el desvelo por cada acción, aun cuando el premio podía no ser la alegría del triunfo sino el desconsuelo de la derrota.
Lo cierto es que aunque la Jabulani corría a miles de kilómetros de distancia, los cubanos vivíamos de este lado un auténtico espectáculo, gracias a la magia de la televisión y pese a la adversidad de que nuestro elenco faltara nuevamente entre los 32 privilegiados de un planeta que cada cuatro años se rinde a los pies del fútbol.
El encanto del más universal de los deportes, el nivel del certamen, la asistencia de las estrellas más rutilantes, su defensa a ultranza de las camisetas nacionales y otros atributos movilizaron la atención mundial de tal manera, que la final entre España y Holanda instauró un nuevo récord de audiencia con 760 millones de televidentes, cifra superior a la lograda por la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Beijing, China, en agosto del 2008, por citar apenas un ejemplo.
No obstante, la notable agitación acaecida en nuestro país durante más de un mes sugiere la existencia de otros catalizadores, entre ellos la carencia de eventos de alta calidad.
Recuérdese que al iniciar la Copa habían pasado más de dos meses desde la clausura de la 49 Serie Nacional de Béisbol, cuyos play off suscitaron una conmoción de referencia en las dos últimas décadas. Luego, la final de la Liga Superior de Baloncesto despertó interés, pero en mucho menor grado, y la Liga Mundial de Voleibol sentó a miles ante la TV y devolvió la euforia al Coliseo de la Ciudad Deportiva, pese a no lograr las concurrencias de ediciones anteriores.
A principios de año, la Vuelta Ciclística arrancó vítores a lo largo de todo su trazado, por esa distinción de llegar a sitios raramente tocados por el deporte de alto rendimiento; mientras el campeonato nacional de fútbol movilizó a sus fieles, pero solo en las plazas tradicionales. La temporada incluyó además las discretas lides boxísticas del Playa Girón y el Internacional Giraldo Córdova Cardín, los poco concurridos torneos internacionales Cerro Pelado-Granma (luchas), Villa de La Habana (esgrima) y Capablanca in Memóriam (ajedrez), más una V Olimpiada del Deporte Cubano que cumplió sus objetivos estratégicos, pero careció de las gradas llenas que tanto alientan el sacrificio y la búsqueda del éxito, los récords, la gloria. Los campeonatos y ligas nacionales de otras disciplinas pasaron casi inadvertidos.
Durante estos meses, nuestra afición ha manifestado no pocas insatisfacciones sobre el nivel, motivaciones, concepción y promoción de los eventos con sede en la Isla. Algunos llegaron a plantear, incluso, una“crisis del espectáculo deportivo cubano” en la actualidad.
Los hilos de un concepto polémico
Para el profesor español Santiago Romero, de la Universidad de Sevilla, deporte espectáculo (DE) son las actividades deportivas que despiertan un elevado interés en la sociedad y en los medios de comunicación masivos (MCM), y congregan a miles de espectadores para presenciarlas.
Afirma además que posee menos incidencia en la calidad de vida de los ciudadanos, pues los practicantes son muy pocos en relación con los pasivos espectadores, pero resulta un estímulo vital para la práctica sistemática y refuerza los sentimientos de pertenencia a una ciudad o país, además de ofrecer prestigio y orgullo a los seguidores de equipos o atletas exitosos.
El concepto está ligado, por otra parte, a una actividad millonaria de creciente expansión en las tres últimas décadas, y ha llegado en la actualidad a un estadío de notable insensatez social por la tendencia a dilapidar el dinero en un planeta cada vez más asimétrico. Y no se trata de negar que el deporte genere ingresos para su sostenimiento y desarrollo, pues los estados deben asumir esa y otras prestaciones sociales, sino de moderar la escalada de salarios e inversiones que pesan sobre las economías de los países pobres, víctimas recurrentes del robo de talentos y otros desmanes.
Esta interpretación del asunto es ignorada por los ámbitos mediático y deportivo, cuyos magnates se concentran en idear estrategias cada vez más deslumbrantes, conscientes de que todo evento espectacular requiere un alto nivel competitivo, diseños material y conceptual para un público ávido, y la atención de los MCM, sin cuyo concurso la socialización y las ganancias son imposibles o ínfimas.
Trasfondo cubano
Pese a las limitaciones económicas de las dos últimas décadas, Cuba ha mantenido y hasta rescatado una serie de lides internacionales de carácter anual. En la actualidad, como promedio, acontecen casi 20 de variable nivel y trascendencia, repartidas en unas 13 disciplinas.
Ese esfuerzo ha coincidido, sin embargo, con el envejecimiento y deterioro de la infraestructura y de la tecnología, tan encarecidas en el mercado mundial como otros recursos básicos para la organización de eventos, lo cual impide, por citar apenas un ejemplo, sufragar parte de los costos a las delegaciones visitantes, estrategia todavía usual a nivel global para abaratar los costos.
Por otro lado, el auge del profesionalismo ha dejado a los clubes como dueños casi absolutos de los mejores atletas del mundo, quienes apenas visten la casaca nacional en torneos importantes. Ello es más visible en los deportes colectivos y explica también la pobre asistencia de países a las lides secundarias —como casi todas las nuestras—, aunque estén avaladas por las federaciones internacionales.
Otro fenómeno influyente ha sido el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, que han colocado a la afición cubana ante ofertas globales muy seductoras —transmitidas o no por la TV—, que sin pretenderlo, pero inevitablemente, van relegando de sus preferencias las justas locales sin un alto relieve competitivo.
Cultura y calidad deportiva
El gusto de nuestro pueblo por el deporte es una configuración histórico-cultural que emana básicamente de la colonización española y las relaciones con Estados Unidos y otras naciones de Europa y Asia. En ese devenir surgieron las grandes pasiones por las manifestaciones más populares —béisbol, boxeo, baloncesto, atletismo, voleibol— y asequibles a las capas pobres de una sociedad que solo tras el triunfo de la Revolución pudo desarrollar atletas en más de 30 disciplinas, disfrutar de una estela de triunfos increíbles e ir en busca de la verdadera cultura física para sus ciudadanos.
Desde 1990 la crisis económica colocó a nuestro deporte ante la prueba más difícil de todas, y no solo por las carencias en la cúspide de la pirámide, sino porque se resintió la base que debe proveer los talentos para el alto rendimiento. Adicionalmente, atletas formados durante años abandonaron sus equipos mediante la deserción en el exterior, la emigración y la solicitud de tempranas bajas motivadas por diversas razones.
Estos factores y otros explican la merma en los resultados del deporte cubano, que gracias a su articulado sistema y la maestría del personal ha seguido vital y empeñado en recuperar terreno. Mas, esa pérdida de figuras principales y el no hallazgo o demora de los relevos, ha ido apagando la rivalidad interna y el protagonismo en muchas disciplinas. Ciertamente, son menos los ídolos como Stevenson, Juantorena, Savón, Linares, Víctor Mesa, Driulis y otros, y nuestra afición lo percibe cuando encendemos la TV o vamos a una instalación, y notamos menos rigor técnico y en ocasiones hasta cierto desgano.
El espectáculo deportivo nace en la excelencia de atletas y eventos, en lo impredecible del resultado, en su trascendencia y la entrega de los protagonistas. Solo así la afición toma parte y eleva la adrenalina de la que brotan vítores, aplausos, lágrimas.
¿Cuántas lides nacionales son siempre meramente preparatorias, sin otro significado para el deportista de élite, y se planifican en territorios fijos o de poca tradición en la disciplina? ¿Cuántas veces vemos atletas sin poder exigirse del todo por estar a “media máquina”? ¿Cuántas figuras de nivel caen ante desconocidos o rinden poco en justas de casa, sin que ello les cueste lo suficiente para que no se repita? ¿Qué mensaje emiten estos hechos al relevo? Son algunas pistas para el análisis…
Protocolo y creatividad
El espectáculo deportivo se constituye además por una amplia gama de actividades, que van desde ceremonias diversas (inaugurales, clausuras, premiaciones, reconocimientos) hasta composiciones gimnásticas, variedades artísticas, galas culturales y otras muchas variantes. Es una labor creativa de gran valor para el deporte, que exige impecables diseño, ensayo y ejecución, en apego a las normas 69 y 70 del Comité Olímpico Internacional (COI) sobre estructura protocolar, y a los ajustes que cada Federación hace de ellas.
El Departamento Nacional de Actividades Masivas, Gimnástico-Deportivas del INDER asume esa misión, auxiliándose de oficinas análogas en cada provincia. Según Luisa M. Marichal y María E. Moya, ambas másteres en ciencias, y la licenciada Yadira Vargas, se logran relaciones fluidas con las comisiones nacionales de cada deporte, aunque los priorizados son boxeo, fútbol, baloncesto y béisbol.
Sus expertos, además de cumplir las protocolos, idean y coordinan las ofertas para los intermedios de cada tipo de juego, usuales sobre todo en play off y lides de envergadura, cuya calidad y atractivos depende del ingenio y los recursos a mano en cada lugar.
“La disponibilidad de audio es un gran problema en las instalaciones porque no hay o están en mal estado, lo cual afecta los ensayos y la propia ejecución de espectáculos. Los implementos (vestuario, astas, banderolas, etc.) no existen por igual en cada territorio, pero se hallan soluciones con lo acumulado de eventos anteriores. La tecnología es mínima, no tenemos cañones de serpentinas y humo, sistemas de luces, pantallas de video ni foco seguidor”, explican las especialistas.
Al referirse a cierta rutina o poca calidad en las propuestas artísticas y recreativas admitieron las dificultades y argumentaron: “no siempre contamos con la colaboración de artistas profesionales y contratarlos es muy costoso, por eso utilizamos las composiciones gimnásticas de mayor nivel provenientes de escuelas cercanas con un trabajo serio. Corremos el riesgo de repetirnos, pero montar coreografías nuevas exige tiempo para ensayar, y Educación solo permite afectar las tardes a los alumnos por un tiempo limitado, y mediante un trámite que consideramos engorroso. La situación en las provincias es más compleja aún, porque falta experiencia y entrenamiento al recibir menos eventos nacionales, de ahí que nosotros las asesoramos directamente”.
Los especialistas de esta área en el país provienen actualmente del ISCF Manuel Fajardo, que ofrece contenidos afines en las asignaturas de Educación Rítmica, Historia y Dirección de la Cultura Física. Según las entrevistadas, la enseñanza se centra en los temas de ceremonia y protocolo, y no en la más amplia noción de espectáculo. De hecho, la incidencia del departamento en la concepción general de estos está circunscrita a tales tareas básicamente.
¿Un escenario fastuoso?
Pedro Pablo Gil y Eugenio Díaz viven en San José de las Lajas, futura capital de la provincia Mayabeque. Gustan del béisbol y asisten al estadio Nelson Fernández para disfrutar los juegos importantes de la Serie Nacional. Sin embargo, lamentan que solo encuentran un buen audio, gran seguridad y amplias ofertas gastronómicas en los play off. “Muchos jóvenes vienen al estadio para bailar, escuchar música, ver una danza. A las muchachas, sobre todo, les encanta eso. También deberían vender gorras, camisetas de los jugadores, afiches, banderas y otros artículos alegóricos a los equipos durante todo el campeonato. No pedimos que los regalen”, comentaron ambos jóvenes.
“Los juegos diurnos afectan el espectáculo al coincidir con el trabajo, pero de noche el transporte pone a pensar”, dice Eugenio, residente en Tapaste, poblado distante a varios kilómetros de la cabecera municipal. “Cuando imagino que el estadio se va a llenar no invito a mi novia, porque hay borrachos, se arman broncas y las malas palabras llueven. Te buscas un rollo facilito”, cuenta Pedro.
Tales preocupaciones no son patrimonio del parque habanero, ni del béisbol, se repitieron de uno u otro modo al dialogar con aficionados capitalinos, santiagueros, villaclareños, guantanameros y matanceros.
Jorge Santiesteban, de Guanabacoa, asegura que muchas instalaciones están sucias, despintadas, carecen de pizarras, butacas y buena iluminación, “se nota hasta por la televisión”, dijo.
A propósito conversamos con el director nacional de estadios, Luis Cartón, quien particulariza en la situación del béisbol.
“El escenario es determinante para la calidad del espectáculo. Cuando un pelotero llega a un parque en óptimo estado, tanto su grama como el interior, se siente estimulado a jugar. Pero para lograr eso deben trabajar unidas las autoridades de cada territorio con las del deporte. Nosotros defendemos, por ejemplo, que los terrenos de cabecera solo se utilicen para la Serie Nacional y los eventos internacionales. De otra manera el uso es irracional. Resolver ese asunto pasa por rescatar los estadios aledaños y poner disciplina”, explica.
“Lo otro es la atención a los trabajadores, quienes llegan horas antes del juego y se marchan después. Sus salarios no se corresponden con el esfuerzo realizado y ello los desestimula. No obstante, en muchos lugares se ha ganado cultura del trabajo diario y hay avances”, dijo.
En cuanto a otras condiciones reconoció la necesidad de mejorar las pizarras informativas, contar con audios potentes y sistemas de alumbrado económicos que permitan jugar de noche. Recalcó que no hay prohibiciones para que cada estadio lleve los colores de su novena, y considero mínimas por ahora las opciones de contar con pantallas de video y butacas en todas las gradas.
Se trata, sin excepción, de recursos costosos cuya compra exige fuertes erogaciones en divisas, muy poco compensadas con los simbólicos precios de nuestras papeletas de entrada, innegable triunfo de la Revolución, pero asunto contradictorio ya que un partido regular no debe costar lo mismo que uno de play off o de rango internacional.
“Las relaciones con la PNR, Gastronomía y otros organismos afines son fluidas. La diferencia entre las ofertas de la etapa regular y la final obedece sobre todo a la afluencia de público. Sin embargo, en lo que sí podemos avanzar más es en el servicio en las gradas”, expresó Cartón, quien ratificó los esfuerzos del INDER para que la 50 Serie sea acogida en parques no fastuosos, pero sí más acogedores.
Construir desde los medios
Los medios de comunicación masivos orientan la atención pública, sugieren temas y problemas a seguir, de ahí la importancia de hilar finamente sus agendas y programaciones. Cada uno (prensa escrita, radio, agencia, hipermedias y televisión) juega un rol en el sistema, aunque este último gana protagonismo en sectores como el deporte, donde la influencia de reportes y emisiones en vivo es incalculable.
Alejandro Lazo, jefe de la redacción deportiva de nuestra televisión, considera que Cuba posee gran experiencia en transmisiones de este tipo, con un colectivo profesional y sacrificado que supera a diario incontables limitaciones tecnológicas y materiales. En los últimos años han ampliado la gama de deportes en sus espacios, como respuesta a diversas demandas, gracias a los fluidos vínculos con el INDER, que “todavía deben profundizarse para evitar la coincidencia en fecha de eventos importantes, y para idear espectáculos netamente televisivos”.
“Hace años se montó la prueba de Rodolfo Falcón contra Neisser Bent y fue un suceso. Hoy debemos acudir a otras ideas, porque no basta con los eventos tradicionales. Hemos intentado transmitir un match entre Leinier Domínguez y Lázaro Bruzón, presentar al tenimesista Andy Pereira y a los nuevos clavadistas, pero ha sido imposible”, comentó Lazo, a lo que podrían sumarse proyectos con figuras relevantes pero poco vistas como el nadador Hansel García, el pistolero Leuris Pupo, el badmintonista Osleny Guerrero y otras.
También hay reservas increíbles en deportes como el béisbol: juegos de estrellas y de veteranos, pruebas de habilidades, derby de jonrones (torneos), competencias de velocidad para pitchers, etc.; en el básquet falta el festival de donqueos, en deportes de combate los match de retadores, y en otras disciplinas los intentos de quebrar récords y cuantas iniciativas puedan imaginarse.
En materia de promoción, Antesala y las Previas realizadas a varios certámenes mundiales aportan un gran ambiente, de ahí la pertinencia de extenderlas a otros como la LSB, los torneos boxísticos y el fútbol nacional, este último ausente hoy de la TV por falta de coordinación, asegura Lazo. Gol, Al duro y sin guante y otros espacios incentivan igualmente la atención de la afición.
“Tratamos de hacerle anuncios a todas las competencias, privilegiando las más importantes, lógicamente. Lanzamos concursos y estimulamos la comunicación directa con los televidentes, para sumarlos al espectáculo. Nos falta mucho aún en todos los sentidos, pero elevar la calidad y variedad es la máxima aspiración del ICRT”, aseguró.
Sobre la relación entre ofertas foráneas y las locales, el directivo estimó que hay equilibrio, aunque en ciertos períodos faltan lides domésticas y la balanza se inclina hacia el otro lado. “La teleaudiencia valora cada propuesta, hace comparaciones, y ello nos coloca ante un gran reto por las diferencias tecnológicas, la riqueza de las competencias y las condiciones de las instalaciones”, puntualizó.
Mentalidad económica y más
Para perfeccionar el espectáculo deportivo cubano se necesitan recursos materiales y financieros, pero no cuantiosos en todos los casos. El ingenio de sus responsables en todos los niveles, más una mentalidad económica que ofrezca dividendos, sin traicionar los principios de la sociedad y el deporte cubanos, urgen muchísimo.
En estos tiempos de crisis y peligros, este espacio de recreación, alegría, crecimiento espiritual y afirmación de la nacionalidad y el amor patrio, puede aportar mucho a la construcción de la nueva sociedad que ansiamos, pero hace falta más adrenalina.
Fotos: José Raúl Rodríguez Robleda y Heriberto González
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