Santa Clara no es la misma ciudad de un mes atrás, aunque el color naranja sigue brillante por todas partes. La derrota de los villaclareños ante Industriales, en la gran final de la 49 Serie Nacional, ha borrado la polémica beisbolera y esa efervescencia popular, que solo parece sobrevivir en quienes agigantaron los deseos de que acabe pronto el “maleficio” que los mantiene sin oro desde 1995.
En ese ambiente vamos en busca del máscara Ariel Pestano, indudable icono de la actual novena local, y quien dedica los días de asueto a la vida hogareña, la atención de la familia, con acento marcado en su hijo pelotero, así como a sus funciones de diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
El encuentro peligra por tanta actividad, pero la noche le alcanza para llegar en motocicleta adonde descansamos y aceptar un diálogo sin límite de tiempo, superando el cansancio de un largo día. Con un flamante casco del team Cuba en las manos, habla pausadamente…
“Juego pelota desde los nueve años. Los técnicos me descubrieron en una calle de Caibarién y me llevaron a entrenar en un área especial. Al poco tiempo supe que tenía condiciones para ser pelotero. Mi primer entrenador fue Noel Guerra, quien es hoy un gran amigo. Participé en un Mundial Infantil (11-12 años), pasé por la EIDE y las ESPA provincial y nacional, esta última un experimento de la época. Tuve otros buenos profesores como Lázaro Pérez, e integré dos equipos Cuba juveniles”, cuenta rápidamente.
También llegaste a la serie nacional con un gran equipo de Villa Clara. ¿Cómo fueron aquellas primeras temporadas?
“Muchos recordarán que fuimos campeones entre 1993 y 1995, con el potente equipo que dirigió Pedro Jova. Sin embargo, para mi fueron años difíciles porque aunque era muy joven jamás había estado en el banco. Pasé varias temporadas sentado, hasta que la oportunidad de jugar regular llegó, y la aproveché. Fue en 1995, cuando además hice el equipo Cuba a los Juegos Mundiales Universitarios de Fukuoka, en Japón.”
¿Qué te aportaron las campañas como suplentes?
“Mucho, quien llega directo al terreno en una serie nacional carece de conocimientos sobre las jugadas más importantes. Así que perder tiempo en el banco equivale a desaprovechar una parte de tu carrera. Yo me dediqué a entrenar, hacer bullpen, conocer a mis pitchers y escuchar a quienes más sabían, aunque no hablaran conmigo. Apreciaba la fogosidad y la picardía. Así crecí en habilidades.”
¿Algún ídolo en la receptoría?
“Nunca me guié por una estrella en particular, siempre quise tener mi estilo propio. Quizás se deba a que no vi actuar a Juan Castro, Alberto Martínez y otros cátchers destacados de mi niñez. Sin embargo, le agradezco infinitamente a Juan Manrique, porque me enseñó varios secretos de la receptoría. Sucede que aún teniendo condiciones ideales, se dan mil jugadas diferentes y no siempre hallas la solución. También les debo cantidad a Eriel Sánchez y Roger Machado, sobre todo a este último, quien fue mi gran rival defensivo y colega de entrenamiento. Como se preparaba excelentemente, me exigía muchísimo, por eso influyó tanto en mi desarrollo como pelotero.”
Desde 1996 a la fecha han perdido seis play off finales. Parecía que este año volvían al trono ¿Qué pasó?
“Busco y no encuentro la gran causa, pero ser campeón es cosa de detalles. Teníamos todo para ganar (video) y fallamos indistintamente. Quizás necesitamos estar más unidos. Lo otro es el rival: ante los equipos grandes te asaltan los “fantasmas” por dondequiera, no se trata de “miedos” ni de “medidas cogidas”. Industriales, La Habana , Santiago de Cuba y Pinar del Río son potencias en esta pelota. En fin, no fuimos campeones, pero luchamos hasta un juego final (video) de rompecorazones, que muchos todavía sienten y recordarán por años.
Te vimos discutir mucho con lanzadores y otros compañeros…
“Me han puesto el cartelito de refunfuñón, pero es falso. Soy exigente, hiperquinético, combativo y animador. Me gustan las cosas bien hechas, y a la “hora cero” no entiendo de equivocaciones. Juego con muchos jóvenes, entre ellos pitchers novatos de entre 19 y 21 años, a quienes explico que el beisbol no es un partido, sino su carrera, una vida, el prestigio, la moral y el status ante el pueblo, porque la gente nos mira diferente. Algunos me han tildado de inaccesible y se equivocan, sigo siendo el guajiro “piso de tierra” de Caibarién.”
También retas a los managers, desde Víctor Mesa hacia acá…
“Con Víctor Mesa discutía porque pensamos diferente, pero con Eduardo Martín casi nunca ocurre. Es una persona flemática, nos escuchamos, llegamos a acuerdos y tomamos decisiones. No busco ser líder, prefiero la fuerza del equipo.”
Pero las salidas de Víctor y Paret te han delegado esa función…
“Villa Clara es un equipo disciplinado, lleno de talentos con deseos de imponerse. Por eso no es difícil ser líder. Transmito mi filosofía del juego, las experiencias, los secretos y logro unirme a los jóvenes. Quiero que me vean cercano y listo para ayudarlos ante dificultades.”
Vives una relación tensa con los aficionados rivales ¿Qué pasa?
“No sé, pero es cierto que la afición se “mete” mucho conmigo. No creo sea mi personalidad, porque casi siempre respondo entre risas o dialogando con los aficionados más cercanos al banco. Quizás tratan de divertirse, sacarme del juego o mortificar. Lo malo es la ofensa, porque uno no puede enfrentar a toda la grada, así que me desquito con el bate y la mascota, con la línea o el out a la hora buena. Sólo así enmudeces a miles de fanáticos.”
Eres un bateador oportuno… ¿Valor, experiencia o naturalidad?
“Todo eso y más. Sentir presión es normal, la diferencia está en romperla rápidamente. Yo suelo aislarme, darme dos “galletas”, tirar un piñazo a la pared o gritar una voz de mando. La idea es sacarme el genio de adentro. También escucho a los psicólogos y hago ejercicios de respiración y concentración. ¿Si fallo? Me castigo un poco, quizás dejo de comer o algo así. Cuando uno siente lo que hace se afecta.”
¿Cómo te mantienes en óptima forma deportiva?
“Vigilo el peso y tono corporales, los niveles de grasa y otras cualidades físicas como la reacción y la fuerza. Llevo 19 series nacionales agachado y no me retiraré hasta ser campeón de nuevo. Entrenar diariamente es duro, aburrido, pero cumplo porque me gusta estar en forma, para demostrar que sigo siendo el mismo. Además, a veces te relajas y el juego te lo cobra increíblemente.”
¿No temes retirarte con una mala imagen?
“No, porque si sucediera confío en que la gente me recordará más por las veces que le hice vibrar, que por aquellas en que la decepcioné.
¿A qué te dedicarás cuando acabe la vida activa?
“A enseñar lo que aprendí y seguir de cerca la carrera deportiva de mi hijo. Es una bonita manera de agradecer todo el apoyo recibido.”
¿Cómo valoras el béisbol cubano actual?
“Antes de los play off, donde volvimos a ver una gran fanaticada y muchas expectativas, sentía que nuestra pelota había mermado su calidad. Y entre varias causas destaco la pérdida de la masividad que se deriva de la falta de implementos. La calidad de nuestro béisbol depende de descubrir los talentos en la ciudad y el campo. Hoy estos últimos se están quedando en el camino por falta de atención especializada. Hace unos años no ocurría y teníamos peloteros más fuertes en la serie nacional. Quizás ahora está renaciendo la pasión, ando por la calle y veo a los niños muy animados.”
¿Apoyas algún cambio en la estructura de la serie nacional?
“Solo que regresen los juegos nocturnos. El calendario diurno es agotador, afecta el peso corporal, no permite entrenar y se pierde la relación trabajo-descanso.”
¿Defiendes el uso del video al menos en juegos trascendentales?
“Por supuesto, es otra vía para que los árbitros puedan rectificar una gran injusticia. El béisbol tiene a mano la herramienta y debe aprovecharla. Y no es solo un problema de recursos, pues donde está la TV tampoco se está usando. Debe reglamentarse cuidadosamente”.
¿Qué piensas del arbitraje cubano?
“Posee un nivel regular, aunque tenemos árbitros experimentados y muy profesionales. También existen figuras jóvenes con posibilidades de desarrollo. Todos hacen un gran esfuerzo, pero siguen sin “cantar” una misma zona de strike, para mencionar solo un problema, y ello contrasta con el nivel mundial. La solución no puede ser culpar o suspender árbitros a cada rato, sino tomar medidas estratégicas en su formación, evaluación y estimulación.”
Siento que nuestra pelota se ha vuelto muy agresiva. ¿Qué crees?
“No me parece. Nuestra liga es bastante disciplinada, muchos atletas hemos compartido durante años y nos conocemos perfectamente. Es cierto que últimamente han ocurrido hechos muy criticables que ameritaban fuertes sanciones. Sin embargo, los análisis no pueden quedarse a nivel de árbitros y equipos, aunque los protagonicen ellos, sino llegar a identificar las causas profundas de cada caos.”
Recordemos tus inicios en el equipo Cuba de mayores…
“Llegué a la preselección principal en 1998, para el Mundial de Italia, y aunque no hice el grado entre diez catchers me sentí muy satisfecho. El debut ocurrió un año después en la visita a los Orioles de Baltimore. Manrique trabajó la primera mitad del juego, y yo la segunda. Aquello significó hacer realidad mi gran sueño de niño.”
Luego vendrían otros triunfos inolvidables…
“Recuerdo con suma emoción los alcanzados en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999, el Mundial de Taipei de China 2001 y los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Fueron eventos tensos, en los cuales “guapeamos” hasta sacar de paso a los rivales. En esos momentos hice amistad y aprendí muchísimo de Germán Mesa, Orestes Kindelán, Antonio Pacheco, Omar Linares, Luis Ulacia y otros.
¿El nuevo status te cambió como persona?
“No. Seguí siendo el guajiro de Caibarién, con sus mismas ideas y gustos, por ejemplo los gallos finos, aunque pude mejorar económicamente y acceder a cosas que jamás pasaron por mi mente.”
¿Qué han significado los Clásicos Mundiales?
“Me puedo “morir” mañana, sinceramente, porque ya cumplí mi deseo de enfrentar, lucir bien y establecer reglas ante los mejores peloteros del planeta. Vivo orgulloso de mi carrera deportiva.”
Se demostró que pudiste jugar en las llamadas Grandes Ligas. ¿Qué te mantuvo en Cuba?
“Soy revolucionario y estoy comprometido con el país donde me formé y he llegado al más alto nivel. Nada ha sido más importante en mi carrera que representar a Cuba. Lo digo en voz alta: aquí nací y me moriré, aquí vive mi familia y aquí crecerán mis hijos.”
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